
En este pasaje Felipe encarna a cada uno de nosotros, porque es que nos cuesta separar lo humano de lo espiritual. Casi siempre estamos dominados por los sentidos del cuerpo y se nos hace casi imposible ver "lo que no se puede ver". Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida ésto lo sabemos pero realmente lo sentimos?, lo vivimos? lo palpamos?. Muchísimas veces ¡no!... Y es que necesitamos de cosas extraordinarias o mágicas para que podamos creer firmemente que Jesús nos acompaña, y aún así muchas veces olvidamos o asignamos tal evento a la coincidencia u otro efecto de la naturaleza. Hermano que me lees, qué diferente sería el mundo o nuestra sociedad si actuáramos y sintiéramos que Cristo acompaña nuestros pasos... ¡¡ imaginense!!. Nos cohibiéramos de decir y de actuar con tanta vanalidad, de sentir en nuestros corazones el rencor y el odio, la ira o la soberbia que muchas veces nos envuelve y que terminamos siendo instrumentos al servicio de cualquiera menos de Dios. Jesús antes de irnos nos dejó su testamento: "amense los unos a los otros como yo les he amado". Estamos cumpliendo realmente su mandato?. Decimos que creemos en Dios y Él todo lo puede, todo lo ve, todo lo sabe... pero ¿realmente demostramos con nuestras obras lo que profesamos con la boca?. Reflexionemos por un instante y evaluemos nuestros actos para que como dice el pasaje glorifiquemos a Dios Padre. Hermano(a) sólo nuestras obras revelarán si realmente Dios habita en mí, porque toda la Gloria o la deshonra de nuestros actos será para Él. Dios te bendiga.
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